Venezolano que se respete, se autoinvita y se toma la curda de los otros
Me sucedió este viernes que, después de una semana molesta, de alta y baja de frío (normal en Dublin), más trabajo que un burro en el páramo de la Culata, clases de 6 a 9pm, donde estoy aprendiendo a agarrar un mouse de nuevo, etc., quería instalarme en el sofá de mi casa a ver los 300 capítulos de las Kardashian que pasan repetidamente en E! Entertainment, (Si señores, aquí también los pasan como 300 veces… diarias!), y jugar con mi Iphone al cual le bajé el nuevo software. Como se imaginarán, tenía ya mi plan armado en la cabeza, y en ningún momento pasaba por ella ‘quitarme la pijama’.
Pero siempre algo pasa, no? Alguien la tiene que c$%£ar... Tocó la puerta de mi casa mi vecina de arriba. Una es eslovaca a la que obviamente no tenía como hacerle entender que ese día no quería nada con nadie de hacer nada. Pero como soy amable (y estúpida) la invité a pasar. Pues, resulta que la chica había peleado con su novio rumano (si, una merengada de cultura es lo que hay en mi edificio) y necesitaba una ‘amiga’ con quien descargar su arrechera, por así decirlo.
Estuvo aproximadamente unos 30 minutos despotricando del pobre rumano, cuyo pecado fue manejar después de un par de cervezas, o un par de cajas,... No lo sé y no me importa. Luego de esos 30 minutos me preguntó si quería tomarme algo con ella, pero le dije que no quería salir, así como para dejarle claro: flaca, no jodas, no me voy a quitar la pijama. A la eslovaca no le importó mucho mi ‘me gustaría quedarme aquí’, y me dijo: ‘no te preocupes, yo tengo unas botellas de Smirnoff en mi casa. Ya vengo’. Al cabo de unos 10 minutos bajó con las botellas, gatorade, jugo de naranja, manicitos, papitas fritas y hasta una bolsa de hielo. Me quedé un poco impresionada, pero no me pareció mala idea tomarme unos tragos en la comodidad del sofá mi casa.
El verdadero asunto comenzó cuando me llamó una amiga venezolana (obvio! Porque los Europeos no se autoinvitan), y me dijo ‘estoy saliendo del trabajo. Voy para tu casa’ y sin derecho a chistar, porque tras esas palabras, oí el correspondiente tuuu tuuu tuuu de cuando te trancan el teléfono?... bueno, ese. Al cabo de 10 minutos, mi amiga venezolana 1 (si, hay que enumerarlas, porque somos bastantes), llegó y se sumó a la bebianta que teníamos la eslovaca y yo. Hablamos por un rato de las cosas de la vida y la razón por la cual estábamos bebiendo. Obvio que para la venezolana y para mí, no había motivo. Las botellas simplemente estaban ahí, y nosotras también.
Me escribe por whatsapp ooootra amiga venezolana (número 2), y me pregunta ‘que haces’. Le comento que estaba con vzlona no. 1 y eslovaca única en mi casa, bebiendo y hablando de las cosas triviales de la vida. Como buena venezolanada, el ‘YA VOY PA’ LLA’, No tardó mucho en ser leído por mis ojos, y a los 5 minutos, la venezolana 2 estaba en mi casa, con vaso en mano, jugo de naranaja, vodka y hielo. Se había convertido en un party femenino al 100%. Era perfecto para hablar mal de los hombres, hasta que dos amigos del trabajo me llamaron para saber que estaba haciendo y si quería ir a un Pub en el City Centre…… (Un STOP en el cuento. Esto sólo pasa el UNICO día de la semana que lo que quieres es estar echado, pero buehh….) Les contesto que no quería bajar y que estaba en mi casa con unas amigas. Yoo asuuuumoooo que oyeron ‘AMIGAS’ y dijeron: ahí es el party! No pasaron 15 minutos y tenía a un polaco y un irlandés en mi casa, uno más borracho que el otro.
A partir de ese momento, todo se me empezó a poner medio borroso. De repente llegó el pobre rumano novio de la eslovaca; mis vecinos que son uno irlandés y ella británica, y para más colmo, mi vecina de la casa de al lado, a la que cabe destacar, JAMAS HABIA VISTO EN MI VIDA, que entró por mi jardín y nos invitó a TODOS a su casa, en donde ella también tenía un rumbón armado con sus amigos!!!
En fin, en menos de tres horas tenía en mi casa una parranda cultural, donde cada quien hablaba un idioma distinto, y en medio de la curda, todos creíamos que nos entendíamos. Tres venezolanas, dos irlandeses, un polaco, una británica, un rumano y una mal rascada que se coló en la fiesta. Oímos rock metal, reggaetón, salsa, música irlandesa, vallenato, música polaca y quien sabe que más. Debo decir que toda esta gente está bien entrenada, cada quien trae su curda (menos las venezolanas, que como buenas venezolana, nos tomamos la curda de los demás).
Al día siguiente me levanté y mi casa era un desastre. Parecía que hubiese habido una verbena, o un amanecer gaitero en la sala de mi casa. El jardín no lo quiero ni describir, y el ratón pasó a ser un kanguro me dije a mi misma: Más nunca una parranda multicultural!
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